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Alonso Sergio
Publicado: 2013-04-21 21:55:33
PARTE III - La batalla de Buenos Aires

“No sé qué me pasa”

Fue lo primero que dijo José Raúl Capablanca al terminar la primera jornada. Su indisciplina le había pasado factura. Acababa de perder una partida contra Alekhine por primera vez en su vida y probablemente se arrepentía de no haberse tomado el enfrentamiento lo bastante en serio, de haberse dispersado justo antes del comienzo de la final. La victoria inicial de Alekhine fue una pequeña sorpresa, pero parecía fácil de explicar porque Capablanca no había estado completamente centrado. De hecho, durante las siguientes partidas el cubano le dio rápidamente la vuelta al resultado: tras unas tablas en la segunda partida (ambos jugadores parecían tan sorprendidos por lo sucedido en la primera que jugaron con mucha cautela) y, ansioso por igualar, se impuso con claridad en la tercera. 1-1. El empate a un punto se convirtió en ventaja de 2-1 para el vigente campeón cuando ganó también la séptima partida. Se había recuperado en sólo seis partidas y el susto inicial, creían muchos, se había quedado en eso: en un simple susto.


Alekhine y capablanca en 1927, posando junto al ábritro justo antes de empezar una final que se alargaría lo inimaginable y terminaría convirtiéndolos en enemigos viscerales.
Pero aunque Capablanca había tomado por fin la delantera, algo no estaba marchando como se suponía que debía marchar. Alekhine no estaba jugando exactamente con el estilo que se esperaba de él. Su juego era ahora más posicional, más lógico y más seguro. Más parecido al del cubano, algo que nadie había previsto. Era como ver a Federer imitando repentinamente el estilo de Nadal, o viceversa. Y lo más sorprendente, no se percibía la apabullante superioridad de otros tiempos, cuando Alekhine estaba condenado a aspirar —como mucho— al empate. Capablanca se había respuesto rápidamente con dos victorias pero estaba teniendo que trabajárselas más de lo previsto. El ruso estaba jugándole casi de tú a tú… ¿cómo era posible?

Convencido de que nunca podría vencer al campeón con sus arriesgadas combinaciones imprevisibles en las que Capablanca encontraría siempre fallos que aprovechar, Alekhine había pasado mucho, muchísimo tiempo estudiando el estilo de su rival. En una época donde se consideraba que el ajedrez de Capablanca era inatacable porque sencillamente se basaba en la superioridad genética de sus procesos de pensamiento, Alekhine se había tomado la —en principio inservible— molestia de analizar al más mínimo detalle cuáles eran los tics habituales del estilo del campeón, cómo solía concebir sus planes, cómo respondía a los planes del contrario. Alekhine, el artista, había trabajado duramente para ser capaz de jugar también de forma muy parecida a una máquina. Aquella transformación estilística hasta el punto de casi equiparar su juego al de alguien que lo hacía de manera natural desde los cuatro años de edad era algo que nadie había considerado posible. Y mucho menos lo había creído posible el propio Capablanca. Durante aquella final, incluso las partidas que terminaban en tablas estaban empezando a ser tensas, disputadas y costosas. Pese a la ventaja del campeón, el público y los comentaristas se agitaban ligeramente sorprendidos. Alekhine, usando términos pugilísticos, había dejado de salir al ring para noquear al contrario como era su costumbre; ahora se limitaba a responder a cada golpe de Capablanca con un golpe similar.

En tales circunstancias de imprevista “casi” igualdad, un 2-1 a favor de Capablanca, empezó a parecer una ventaja demasiado pequeña: bastaba un pequeño cambio para que la “casi” igualdad se transformase en igualdad completa. El ambiente de la final, pese a que sólo se había llegado a un desenlace decisivo en tres partidas, empezó a espesarse y la tensión crecía día a día. Era como ver a Mozart sentado al piano improvisando, y que de repente otro músico hubiera sido capaz de improvisar prácticamente tan bien como él.


Considerándose invencible por sus inigualadas capacidades naturales, Capablanca era aficionado a las mujeres, las relaciones sociales y la buena vida. No entrenaba prácticamente nunca.
Otro golpe. En la undécima partida, Alekhine simplificó el juego haciendo precisamente lo que tradicionalmente había convenido a Capablanca y lo opuesto de lo que le había convenido a él. Jugando con la “sencillez” característica de su rival, Alekhine llegó al final de la partida con un peón pasado, una ligera ventaja de las que tan bien había explotado el cubano durante su carrera. En un larguísimo, tenso y delicadísimo final de partida, donde el más imperceptible error podía suponer la derrota, Capablanca se intentó defender como gato panza arriba ante alguien que estaba jugando exactamente a lo mismo que él había jugado siempre, y además haciéndolo igual de bien. Alekhine, con una precisión y sangre fría admirables, conservó su pequeña ventaja para llegar a un desenlace —milimétrico— a su favor. Empate a 2. El ruso había igualado la eliminatoria haciendo lo que se consideraba imposible: ganando a Capablanca con el propio estilo de Capablanca, en su propio terreno y con sus propias armas.

Aquella segunda derrota ya no podía ser considerada un accidente. Quienes analizaban la partida se daban cuenta de que, simple y llanamente, Alekhine había sobrepasado al cubano en su propio juego. El “shock” que sufrió el hasta entonces intocable Hijo de los Dioses fue tan pronunciado que perdió también la siguiente partida, en la que afectado por una repentina inseguridad no consiguió estar suficientemente concentrado y seguro de sí mismo. 3 a 2 a favor del aspirante, y lo que había sido un paseo cantado para el campeón se estaba transformando en un drama psicológico al que la prensa empezó a describir como “una guerra”.

Capablanca, sin embargo, se recompuso del bache provocado por el repentino descubrimiento de que había alguien en el mundo que podía sobrepasarle en su especialidad y volvió a concentrarse en defender su título. Pero para entonces Alekhine no sólo había comprobado que podía plantarle cara sino que sabía que el tiempo jugaba a su favor. Era un jugador acostumbrado a la lucha y la tensión continuas, mientras Capablanca siempre lo había tenido fácil; nunca había tenido que luchar para vencer y no estaba acostumbrado a los titánicos esfuerzos mentales —y sobre todo anímicos— que requería un enfrentamiento largo y duro. Era el Mozart del ajedrez, sin duda, y podía sentarse ante el piano y tocar con más facilidad que nadie… pero Alekhine le estaba obligando a construirse un piano nuevo desde cero. Ese era una clase de esfuerzo que Capablanca jamás había tenido que afrontar.

Con Alekhine por delante en el marcador la batalla se transformó en una tortura mutua. Con un igualadísimo nivel de juego terminaron en empate nada menos que ocho partidas consecutivas, y no eran empates fáciles, sino luchas intensísimas marcadas por la incertidumbre. La final llevaba camino de cumplir un mes, estaba habiendo muchas partidas en tablas y quedaba todavía mucho por decidir. Nadie había esperado una batalla tan épica. Quienes había vaticinado que Capablanca barrería (esto es, prácticamente todo el mundo del ajedrez, salvo excepciones como el gran maestro Richard Reti, quien —contracorriente— previó lo que iba a suceder) ni siquiera sabían qué decir al respecto. Si se miraba las partidas sin saber quién llevaba blancas o negras, apenas podía distinguirse a uno del otro. Todo el estudio y preparación de Alekhine habían dado su fruto y había alcanzado por el trabajo el mismo nivel de claridad que Capablanca tuvo desde niño como un regalo de la naturaleza. A lo que había que añadir su fantasía ofensiva —que apenas estaba empleando, pero que podía surgir en cualquier momento— y su entrenamiento, disciplina y capacidad de lucha, muy superiores a las del campeón cubano, acostumbrado a divertirse entre una partida y otra.

Fue un ejemplo de cómo la preparación en ajedrez iba a marcar el futuro de ese deporte. Tras los ocho tortuosos empates consecutivos Alekhine ganó una nueva partida, adelantándose 4-2… ya sólo necesitaba dos victorias para ser campeón y la tensión alcanzó niveles volcánicos. Se mascaba el drama no ya en cada partida, sino en cada movimiento. Después vinieron ¡otros siete empates seguidos! que no modificaban el marcador pero iban agotando progresivamente a Capablanca, sometido a una presión y exigencia completamente nuevas para él.


Una mezcla de enorme talento, férrea determinación y un trabajo agotador hicieron del ruso Alexander Alekhine un jugador temible.
La partida nº29 (ya llevaban veintiocho partidas, ¡y sólo seis veces habían podido quebrarse mutuamente! Ambos jugaban como máquinas, sin cometer apenas errores …estaba siendo el match por el título más largo que se había visto jamás) fue ganada por el campeón, pero supuso un canto de cisne para el gran Capablanca: en otra larguísima y tensa demostración de sutilezas posicionales por parte de ambos jugadores, el cubano llegó al final con un peón de ventaja y lo aprovechó con su metódica precisión… no sin tener que esforzarse ante la tenaz resistencia del aspirante. 4-3. Capablanca se había acercado en el marcador, pero para entonces ya era demasiado tarde y había alcanzado sus límites de resistencia. Abrumado por semanas y semanas de insoportable tensión emocional su poder fue quebrantado por Alekhine quien, bastante más entero, durante las cinco partidas siguientes se anotó las dos victorias que necesitaba. Así pues, Alexander Alekhine, el hasta entonces eterno número dos, se proclamó campeón del mundo, con un resultado total de +6-3=25 (¡veinticinco durísimos empates en total!) frente a la “máquina del ajedrez”. El mundo de las sesenta y cuatro casillas entró en estado de “shock”. El invencible había sido vencido.

La derrota de Capablanca fue un acontecimiento de enorme repercusión internacional, porque parecía romper el aura mágica que había rodeado al que era considerado uno de los mayores genios vivientes, un intelecto superior que había despertado intriga y admiración a lo largo y ancho del globo.

Por descontado, ni que decir tiene, la palabra que inmediatamente estuvo en boca de todo el mundo era la palabra “revancha”. Era de dominio público que Capablanca había descuidado su preparación y Alekhine, a base de estudio y análisis, le había superado por sorpresa. Pero, ¿qué ocurriría si por una vez en su vida el genio cubano se ponía a trabajar en su entrenamiento? ¿Podría Alekhine seguir estando a su nivel? Capablanca se mostraba visiblemente ansioso, casi desesperado, por celebrar esa esperadísima revancha cuanto antes. Siempre se había tomado el ajedrez con la ligereza propia del virtuoso elegido por algún designio celestial, pero ahora recuperar su título y su estatus era cuestión casi de vida o muerte. Desde que tuvo cuatro años de edad nada ni nadie había puesto en tela de juicio su grandeza… hasta que Alekhine le había destronado con todos los méritos y sin excusas posibles. Era hora de vengarse. Pero la rivalidad iba a tomar un giro desagradable que nadie podía prever. La rivalidad deportiva iba a transformarse en una enemistad personal repleta de rencor y odio cuando los acontecimientos no siguieron el curso esperado. Las respectivas personalidades de ambos rivales iban a revelarse en todas sus luces y sombras ante el mundo entero, en una sucesión de desencuentros que primero sorprenderían, después indignarían y más tarde frustrarían a aficionados de todo el planeta. La primera batalla había terminado, pero la guerra iba a ser eterna… y de ninguna manera limpia.
Eduardo
Publicado: 2013-04-21 23:10:18
No tengo palabras para poder expresarte Sergio, lo tan impecable y maravilloso de tu trabajo y por sobre todo que nos y me hayas permitido compartirlo, al poder leerlo.
Simplemente MUCHISIMAS GRACIAS y FELICITACIONES.
Un fuerte abrazo.
Alvaro Fabián Luna Podestá
Publicado: 2013-04-21 23:15:05
En su libro Mis geniales predecesores, Kasparov hace un brillante análisis de este match épico.
Lucmarar
Publicado: 2013-04-22 01:10:54
Gracias por el aporte Sergio.- Excelente.-
Felicitaciones
Un abrazo
Christian Galván
Publicado: 2013-04-22 01:55:02
Gracias Sergio, maravilloso aporte. Me voy a ver todas las partidas ahora
Alonso Sergio
Publicado: 2013-04-22 03:50:27
Hola muchachos, Hugo, Edu, Alvaro, Luc, Christian. Gracias por sus opiniones. Hace tiempo había encontrado esta crónica del match y me pareció muy buena, excelente pluma del autor y muy buena descripción de los protagonistas. Coincido Alvaro que fue un match épico, en una época donde no alcanza con la excelencia para disputar el título de campeón del mundo, también hay que conseguir el dinero o los patrocinadores que estén dispuestos a ponerlo. Sobre este aspecto hay dos teorías respecto al match. Una dice que ya estaba arreglado de antemano con el Club Argentino de Ajedrez, que estaba decidido que Alekhine iba a retar al campeón antes del torneo de Nueva York jugado previamente y la otra que el ganador de ese torneo o el segundo, en caso de ganarlo Capablanca sería el aspirante a disputar el título de campeón del mundo. Alekhine quedó en segundo lugar pero yo me inclino por la primer teoría. Es excelente como Rodríguez describe el esfuerzo y en qué consiste la preparación de Alekhine. Una muestra mas de la obsesión por Capablanca son estas declaraciones del genio ruso referido a una de las partidas que jugó contra el cubano en el torneo de Nueva York 1924: “Aunque en la primera partida Capablanca había estado en la apertura mejor que yo y había ganado la posición en el medio juego, manteniendo una gran ventaja en el final de torre, no consiguió la victoria final y tuvo que contentarse con las tablas. Eso me hizo pensar que Capablanca deseaba ganar como fuera para alcanzar a Lasker, que estaba en el primer puesto. Estoy convencido de que yo hubiera ganado de haber estado en su lugar. Ya me había dado cuenta antes de que Capablanca se permitía de vez en cuando pequeñas inexactitudes, pero no sabía que no podía superar ese defecto, ni siquiera cuando se concentraba al máximo. Ese descubrimiento me iba a ser de gran utilidad en el futuro”. Es evidente que el ruso-francés sorprendió al campeón mostrando algo diferente, y eso se debe a un esfuerzo titánico que se fue gestando a través del tiempo.
Bueno Christian, ya que te vas a poner a ver las partidas, publico parte de la editorial de la revista El Ajedrez Americano sobre el nivel del juego:
“Hemos oído, después de terminado este match, que marca una época en la historia del ajedrez, conceptos poco amables por la calidad de juego desplegada en el match. No estamos de acuerdo. Realmente el match no ha sido impecable y ha carecido por momentos del encantador complemento que le proporciona la lucha continua, pero también debemos reconocer que casi todos los matches pecan de esa misma deficiencia. El match es de por sí más árido que el torneo. En el match, las partidas tablas no se computan o por lo menos no alteran la situación de los competidores, y en esa forma este resultado no se rehuye cuando la posición no es definitivamente ganadora.
En el presente, hemos tenido partidas magníficas. La séptima, la veintiuna, la treinta y dos, por citar a las mas notables, son tres joyas del ajedrez moderno y no todos los matches arrojan tal número de partidas extraordinarias.
Capablanca parece no haber estado como en sus mejores tiempos, pero sería el caso de preguntarse si, de haberlo estado, habría logrado vencer. Difícil es la respuesta. El futuro se encargará de disiparla.”


Es difícil que dos genios de esa magnitud aparezcan simultáneamente, sucedió con ellos y con las dos K (el primer match entre Karpov y Kasparov se jugó con el mismo sistema, que decretaría ganador al primero en llegar a los 6 triunfos sin contar las tablas, y quedó inconcluso con el Tolia arriba en el marcador 5 a 3, aunque mucho mas afectado luego de varios meses de lucha). Esas rivalidades marcaron una época dorada. Esperemos que aparezcan otras similares.
Saludos
J . J
Publicado: 2013-04-22 12:08:55
Bueno, bueno , bueno ... !!!

Debes de tener llagas en los dedos ... , jajajajaja , ...

MONUMENTAL

Acabas de escribir un Capítulo de Oro en el devenir de la
Página !!!

Tratado General de Ajedrez...Mail , por Alonso Sergio !!!

:-) !!
Alonso Sergio
Publicado: 2013-04-22 15:04:56
Hola Juan José, aprovecho para saludarte y gracias por tus palabras!!.
Obviamente que no escribí todo eso, simplemente la introducción y la conclusión.
Como comenté anteriormente hace tiempo había encontrado esa crónica (que presenté en 3 partes) en Internet y me pareció excelente. Y la quise compartir con los habitantes de AM. Solo tuve que copiar y pegar, hasta se me escaparon algunos títulos de las fotos que acompañaban la nota por accidente.
Como dije en la introducción mi época preferida es la primera mitad del siglo XX, que incluye los reinados de Lasker, Capablanca y Alekhine. Una época donde la vida es muy dura y el mundo se verá afectado por dos guerras mundiales, la revolución bolchevique y una crisis económica que comienza en Estados Unidos y se extiende al resto del planeta. En ese contexto se desarrolla la vida de ambos genios y todos esos acontecimientos tendrán un impacto dispar en ellos y en su relación.
El ajedrez tuvo muchos héroes y la tendencia siempre es recordar los últimos, como Fisher y Kasparov, que son figuras enormes sin dudas. Pero a mi me parece que está bueno revolver un poco el pasado y eso también lo ha hecho Jaume muchas veces trayendo el recuerdo de grandes glorias de antaño.
Saludos amigo!!
carrevi
Publicado: 2013-04-23 03:02:26
Alonso y amigos:

Aca en el Peru existe un foro en el cual participan grandes maestros nacionales asi como jugadores de todas las categorias (iniciados y experimentados), y hubo un "debate" sobre cual de los torneos que menciono a continuacion, fue el mas atractivo y el que mas aporto en hacer popular al ajedrez a nivel mundial desde todos los aspectos posibles; Fischer vs Spasky o Karpov vs Kasparov.

A mi juicio fue el "Match del Siglo" Fischer vs Spasky por dos razones principales, el momento y las consecuencias en que se desarrollo y los logros de difusion que se consiguio a nivel mundial, no solo entre los entendidos sino tambien entre los neofitos que a partir de alli empezaron a jugar ajedrez.

Fue el inicio de un seguir que hasta ahora no para, gracias a ellos el ajedrez se ha difundido por todo el mundo y para todo el mundo. Es mi opinion; que dicen ustedes.

Un abrazo

Carlos
J . J
Publicado: 2013-04-23 04:10:34
La comparto , Carlos !!!

Y a tí , Alonso , ¿ Qué te diré ?...

Me quito el sombrero y hago una reverencia al estilo antigüo ... !!!

La mereces , AMIGO !!
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