La siguiente partida (raramente me gusta exhibir una partida que gano), fue un dragón clásico contra el monstruo de silicio. Un gustito de ganarle cada muerte de obispo y arrancarle algun empate de vez en cuando. El alfil dragón es el gran protagonista tras un sacrificio táctico que sinceramente no se si es bueno o si el programa en 5 minutos no jugó correctamente. Un lance digamos, y el monstruo mordió el anzuelo.
Esta partida es un poco la gran partida del Dragón. El genio ruso Botvinnik le gana al alemán Rauzer enorme teórico y jugador. Una vez más el triunfo es posible gracias a que los peones negros centrales e y d irrumpen y liberan la posición en el momento preciso.