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EL RINCON DEL AJEDRECISTA
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Autor |
Mensaje |
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manolo alcover |
Publicado: 2013-12-31 19:26:27 comparto con vosotros una gran satisfacción personal desde ya, formo parte del equipo de colaboradores de la revista EL RINCÓN DEL AJEDRECISTA, os envió enlace para que la descarguéis, me voy a ocupar de una sección llamada enigmas estratégicos
http://www.tiendachessy.com/catalog/product_info.php?products_id=733 |
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Jaime del campo |
Publicado: 2013-12-31 19:49:52 |
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kasparin |
Publicado: 2014-01-01 12:01:44 Enhorabuena.
Parece interesante la revista, además por lo que he visto el encargado de la sección "La barrera del aficionado" es de mi tierra.
Saludos |
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joan |
Publicado: 2014-01-02 17:56:22 ¿el rincón "bueno" o el rincón "malo"?
(los que no se rian de este chiste significa que no tienen ni puñetera idea de finales) |
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Alonso Sergio |
Publicado: 2014-02-08 01:38:27 Hay que agradecerte Manolo que nos hayas dado la oportunidad de acercarnos un material de alta calidad, una revista digital muy bien llevada, sin costo alguno. Yo todavía estoy leyendo análisis y artículos del primer número, y acabo de leer uno muy bueno, que nos obliga a pensar qué es lo que buscamos cuando jugamos una partida de ajedrez, y aparecen todos los temas actuales, como el mero resultado, el error, la satisfacción de jugar una buena partida, tema relacionado con la belleza.
Esta es parte de la nota escrita por Julián Alonso Martín
UTILIDAD Y BELLEZA
Ya sé, ya sé... Nadie pondrá hoy demasiado entusiasmo en sostener que la finalidad de una partida de ajedrez no es el triunfo. Porque la victoria es la
utilidad que el jugador obtiene de su confrontación con un rival; es la
parte práctica, lo conveniente, para quien se arriesga en una lucha, de
incierto resultado, ante el tablero de 64 casillas. Ahora bien. Con el fin de
garantizar, en la medida de lo posible, un buen resultado y conservar o mejorar su «elo», los jugadores de ajedrez inmersos en las competiciones tratan de huir
del error «mecanizando» los movimientos y minimizando los riesgos... Mucho me temo que la generalización de estos comportamientos, esta constante
preocupación por el resultado práctico, traiga consigo un grave
deterioro en la esencia de la partida... Se olvida que el ajedrez es
un juego; que, como tal, es humano y, sujeto a los efectos del error,
su resultado. Si consiguiéramos desterrar el error de nuestras
partidas –lo que, quizás, hagan los ordenadores muy pronto– nos
habremos quedado sin juego pues la lucha carecerá de sentido al tener
predeterminado el resultado. Ortega y Gasset, nuestro insigne filósofo, se refirió a la deshumanización del arte en artículos que publicó por los años 20 del pasado siglo. Hoy puede hablarse de la deshumanización del juego del ajedrez por cuanto las facultades del hombre para practicarlo están siendo progresivamente sustituidas por la potencia de las máquinas, por la «capacidad de cálculo» de los
ordenadores. La memoria, un don humano con muchas limitaciones, está apartando a un lado a la imaginación que, sin embargo, tiene más amplios horizontes. Y, no obstante, podríamos decir parafraseando un proverbio chino, que «con la razón se camina más seguro; pero con la imaginación se llega más lejos».
NO BASTA GANAR...
«No puedo imaginar cómo un jugador, que viva genuinamente el ajedrez,
pueda verse satisfecho únicamente por los puntos obtenidos, no
importa cuan impresionante sea el total...» (Petrossian, campeón del
mundo 1963-1969) Para el jugador práctico, lo inmediato es el resultado y lo que conviene es el triunfo. Nada habría que decir, en principio, en contra de quienes no tienen otro enfoque de la lucha ajedrecística porque sólo dan valor a la tabla de clasificación (una victoria, un punto) y al «elo» que suman o restan en cada confrontación... Pero estos jugadores no deben olvidar que son sus producciones las que alimentan el acervo histórico y cultural del Ajedrez, y que la calidad de una partida, su valor intrínseco y, consecuentemente, su perdurabilidad en la memoria de quienes la han «saboreado», dependen fundamentalmente de la
forma en que la victoria ha sido conseguida. El juego, en general, y el nuestro
más que cualquier otro, está fuertemente «enganchado» a la estética. Es un sentimiento generalizado aún en aquellos que conocen el ajedrez muy
superficialmente. Todo el mundo admira la belleza contenida en esta
lucha intelectual. Está condenada al fracaso la idea de que la belleza de un objeto se consigue conformándolo al fin para el que se destina. La pura técnica
hace a las cosas útiles; pero no necesariamente bellas. Para la belleza de la partida no basta con la corrección, con la mera técnica, por muy contrastada
que esté. Existe aquí un perfecto paralelismo con lo que sucede en las
obras de las llamadas artes industriales. En ellas, lo «artístico» (lo «específicamente estético») «ha de buscarse en aquello por lo que se
rebasa y supera lo intelectivo y racional, lo conforme a fin», escribe
E. Meumann en su Sistema de Estética. Para que nos lleve al final deseado, a la victoria, puede que sea suficiente conducir la partida con un cierto grado de corrección. Pero para que nuestra obra sobre el tablero permanezca en el recuerdo
es necesario algo más. La «forma» debe aparecer como un plus sobre la finalidad, sobre lo práctico. Es preciso que ofrezca más de lo que exige el fin (el resultado); que su manera de llegar a la victoria «supere el tecnicismo común», como escribiera, hace algún tiempo, el hoy ya fallecido GM Gufeld.
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joan |
Publicado: 2014-02-08 12:05:02 Estoy totalmente de acuerdo con Julián Alonso Martín, muy buena lectura Sergio. |
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joan |
Publicado: 2014-02-08 12:07:23 ,,, aunque es un poco contradictorio lo que dijo Petrosian si tenemos en cuenta que casi siempre estaba dispuesto a hacer "tablas por encargo". Pero en fin, aquí se dice mucho
haz lo que tu cura te diga, no hagas lo que él hace.
Salut. |
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Alonso Sergio |
Publicado: 2014-02-08 13:49:05 Gracias joan, me pareció muy interesante la nota. Es un hecho que estamos en la era de las COMPUTADORAS, pero debemos recordar que son una herramienta, que nos debe servir para mejorar nuestro nivel. De todos modos jugando en esta modalidad, hay que reconocer que no podemos saber, aunque nos podemos imaginar, quienes son simples esclavos de los programas y quienes jugadores que usan los programas como un accesorio. Seguramente muchos necesitan ganar, sin importar que sean unos ignorantes escondidos tras un programa que juega por ellos, y seguramente otros desdeñarán por completo la ayuda cibernética, aceptando su nivel y compitiendo con sus armas naturales. Y entre esos extremos hay una gama infinita de posibilidades.
Este es un extracto de la editorial de la revista en su segunda aparición firmada por Alfonso Romero Holmes:
Tenemos a punto nuestro programa de análisis y no nos damos cuenta de que somos casi esclavos de su fuerza bruta de cálculo. No hacemos nada sin su permiso. ¿Ud. cree que los super analizan con Fritz después de una partida de torneo? Pues los habrá que prefieran no consultar al programa hasta después del torneo, no sea que encontraran muchos errores en juego.
Los periodistas, sobre todo si su nivel de cálculo y juego no es confiable, también utilizan su Houdini. Y entonces, sin rubor, preguntan: ¿Por qué no hizo Ud. esta
jugada? Le responden que por esto y esto, y el periodista, como si solo supiera la solución, no sabe qué decir. El ajedrez es un debate en vivo cara a cara (como decía Ljubojevic) pero si no dejamos que haya imperfecciones en el mismo, difícilmente ofrecerá emociones.
No destruyamos nuestro amor al juego. El Fritz es muy útil si no lo anteponemos al verdadero ajedrez, si no nos influyera tanto. Los errores, la imaginación, el debate de las ideas corresponden a los humanos, y las ideas especiales también. Dejemos que corra la fuerza del ajedrez verdadero y aparquemos durante un tiempo nuestro servilismo.
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