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Muy interesante articulo de hace años atrás: COMO LLEVAR A UN NIÑO A LA MESTRÍA.
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carrevi
Publicado: 2014-04-21 20:35:37
Estimados amigos:

No pretendo ganarme el titulo del que publicó el articulo mas extenso en la pagina, pero créanme que linea a linea tiene un interés muy grande; les invito a disfrutar de el y a dar vuestras opiniones.

Un abrazo para todos:

Carlos


CÓMO LLEVAR A UN NIÑO A LA MAESTRÍA

Dr. Pedro García Toledo

Hace poco he sido requerido por una joven madre a fin de entrenar a su niño de 8 años para un próximo certamen oficial. Ambos tienen ambición de competencia. La mamá lleva un perfecto archivo de los éxitos y torneos del pequeño. Y éste tiene una secreto sueño: ser campeón mundial. Estoy, pues, ante todo un reto. Cómo enseñar a un niño de 8 años para que llegue a la maestría.

Para empezar, existen varias preguntas. ¿Alguien en el Perú sabe con certeza cómo conducir a un niño al Olimpo? ¿Alguien ha escrito una guía u opúsculo acerca del camino pedagógico hacia la maestría? En el momento, la Federación Peruana de Ajedrez está desarrollando una escuela para talentos en Lima, Arequipa y Trujillo. El programa está financiado y tiene sus entrenadores pagados. Infortunadamente, hasta ahora no publica nada y este es un serio vacío bibliográfico local.

Quizás haya que buscar ese material fuera. Cuba tiene su Instituto Superior Latinoamericano de Ajedrez (ISLA); Venezuela, su Ministerio de la Inteligencia, donde el ajedrez era instrumento principal; Rusia, su legajo de las Casas de los Pioneros. La biografía de Garry Kasparov es el ejemplo paradigmático de un niño conducido por sus preceptores para campeón mundial.

Respecto a la Bibliografía, hay el libro de Yuri Averbach, “Viaje al Reino del Ajedrez”, escrito para niños. En el otro extremo está la obra de Alexander Kotov “Piense como un Gran Maestro”. Entre estos dos polos, quizás, hay que poner el silabo – progresivo, gradual, sistemático - que conduzca al niño talentoso a las alturas.

Yo escribí hace varios años un sílabo de 17 páginas titulado “Camino a la Maestría” para adolescentes talentosos con aspiraciones magistrales. Lo entregué a la Federación Peruana de Ajedrez reiteradamente. Primero a la de Mario Zapata Vinces en 1988. Después a la de Jaime Gallese Trou en 1993. Finalmente, a la del extinto Teodosio Arias Schreiber en 1997. Desgraciadamente, ninguno de ellos le dio importancia y el documento se refundió. En ese sentido, ahora tampoco estoy – como varios Maestros - en el grupo de los “profesores preferidos” de la FPA de Henry Urday Cáceres. Felizmente, la dulce petición de esta madre del niño de 8 años ha reactivado mis anhelos de docencia para la alta competencia. Pero hay varios escollos.

LA FINANCIACION

El primer escollo es el económico. No es la primera vez que soy requerido por padres de familia para entrenar a sus hijos con afanes de maestría. Casi todos los padres de familia que han venido a mí son de recursos limitados. Así, he visto perderse niños de enorme potencial. Particularmente, recuerdo a uno de Cerro de Pasco en 1980 que tenía una inteligencia prodigiosa. Su padre y él me visitaron varias veces en Lima y les dí material e instrucciones. Pero no es igual que la presencia viva. Se perdió.

Hubo un tiempo que con mi hermano Javier García Toledo, el campeón nacional de 1986, enseñábamos en mi casa - por amor al arte - a jugadores de primera categoría entre los 13 y 15 años. Para nuestro orgullo, varios de ellos hoy están en los primeros lugares de la vitrina nacional e internacional. La Federación nunca pudo darnos ni un sol. Empero tampoco esos estudios y enseñanzas heroicos y espontáneos pueden repetirse ahora. Alguien o alguna institución debe solventar esa formación.

Cuando he enseñado ajedrez en universidades he podido asesorar jugadores que luego han salido campeones. Asimismo, en alguna ocasión una exitosa empresa peruana pagó mis servicios docentes para un ajedrecista que hoy es Maestro Internacional en España. Es decir, sólo una financiación prolongada tiene posibilidades de éxito.

EL ROL DE LOS PADRES

Los padres son muy importantes en la formación competitiva del niño. Sin embargo, paradójicamente, el segundo escollo pueden ser ellos mismos. Algunos lo conducen realmente mal. Por ejemplo, metiéndole el ajedrez hasta en la sopa hasta sobresaturarlo. Otros le exigen demasiado. He visto el caso de uno que levantaba al pequeño a las 5 a.m. para que entrenara. Tampoco faltan quienes lo sobrestiman y esperan de él más de lo que puede dar.

También están los esposos que no se ponen de acuerdo entre sí en los objetivos y caminos ajedrecísticos de su retoño. Asimismo, hay papás que se entrometen en el plan educativo del entrenador. Por último, hay quienes sobreprotegen al hijo al extremo de comprarle puntos durante los torneos, con el consiguiente daño ético y deportivo. Examinemos algunas prácticas debatibles:

La Plaza Francia

Hay padres que llevan a sus hijos a la Plaza Francia (PF) para foguearlos. Como se sabe, la PF es un emporio de ajedrecistas de la calle. Allí se expresa un fenómeno cultural absolutamente peruano desde noviembre de 1977 cuando La Prensa publicó nota y fotografía de los ajedrecistas en el Jirón Lampa de Lima cuadrada. Cuando Zsuzsa Polgar, la campeona mundial húngara, la visitó en 1993 se quedó admirada. El pionero de esta modalidad popular es el Maestro Nacional Moisés Fuentes León. El, literalmente, ha enseñado a muchos a jugar con técnica.

En la FP varios jugadores obtuvieron la Primera Categoría. Ejemplo de fuerza ganadora es Víctor Mejía. Conquistó el Regional 1991 con impresionante luz de ventaja. ¿Significa, entonces, que la PF es un buen lugar para progresar? Analicemos el tema porque es controversial. El ajedrez de la PF está basado en el blitz, la apuesta, el juego táctico y pícaro, el golpe de vista. ¿Sirven estas cualidades para llegar a la maestría? Examinemos los resultados. ¿Hay algún Maestro Internacional (MI) peruano salido de las entrañas de la Plaza Francia? Casi no.

Aunque los titulados internacionales peruanos básicamente son autodidactas, en su niñez o pubertad alguna influencia temporal tuvieron de parte de algún maestro local. Así, el GMI Julio Ernesto Granda (Arequipa) recibió instrucción del MF Javier García Toledo y del MI Oscar Quiñones Carrillo. El GMI Henry Urday (Lima) recibió orientación de dos Maestros Nacionales, del MF Carlos Pesantes y del autor de estas líneas. Juan Reyes Larenas y Arturo Vidarte (Lima) salieron del club “Magdalena”. Mario Belli Pino (Lima) es un autodidacta puro, como Carlomagno Oblitas Guerrero (Chiclayo). Ninguno, pues, se ha formado en la PF. La excepción es Miguel Muñoz Pantoja (Junín), quien obtuvo título de MI en España hace poco. Adolescente, en la PF recibió la influencia fundamental de Moisés Fuentes, su maestro y padre putativo. El caso de la MI Luciana Morales es discutible. Ella ha recibido infuencia de varios maestros, Moisés Fuentes y Georgui Castañeda entre otros.

Como se ve, la PF parece tener su límite. Es que el ajedrez serio constituye reflexión, cálculo, análisis, profundidad. En cambio, la PF significa rápidez y superficialidad. Jugando allí se puede llegar a ser un ajedrecista práctico, pero no científico y artista. Aunque los grandes maestros del tablero son buenos “pimponistas" – como Capablanca, Fischer, Thal -, la verdad, el blitz exagerado malogra al jugador, lo torna superficial. Es cierto que un MI necesita una buena dosis de pragmatismo, máxime ahora que existe menos tiempo reglamentario para pensar. Pero el ajedrez magistral sigue siendo ciencia, arte, hábitos de estudio, pensamiento profundo.

En resumen, la Plaza Francia puede ayudar pero limitadamente. Los padres harían bien en no sobrevalorarla y en no llevar demasiado a sus hijos allá con fines de formación. Por cierto, los niños pueden y deben recrearse jugando partidas libres, participar alguna vez en torneos rapid play. Pero eso no debe ser la piedra angular de su formación.

Los padres como motores

Hay papás que conducen muy bien a sus retoños. Hagamos un repaso de algunos casos destacados. Por ejemplo, las madres de Robert James Fischer (1943) y Garry Kasparov (1963) han sido fieles acompañantes y verdaderos motores de sus hijos.

Respecto a progenitores masculinos, el húngaro Lazlo Polgar, maestro internacional y psicólogo conductual, fue clave en la formación experimental de sus tres famosas hijas húngaras: Zsuzsa, Judith y Sofía. Por su parte, Ruslam Kamsky acompañaba a todos los certámenes a su hijo Gata, subcampeón mundial, hogaño retirado prematuramente para estudiar medicina humana. En el Perú, somos testigos del papel tierno y firme de Daniel Granda en la formación y apoyo del genial hijo de Camaná.

Es curioso que varios de estos padres fueran viudos o separados. Pero no es la regla. Verbigracia, los padres de Revshewsky (1911 – 1991) juntos apoyaron al pequeño Samuelito.

¿Qué pasa en la FPA?

Los dirigentes del ajedrez peruano me han dado su punto de vista: varios padres de familia de los chicos talento son exigentes con la Federación y alguno hasta caprichoso. Inclusive, hay quienes quieren decidir sobre cuestiones técnicas.

Desde el otro punto de vista, algunos padres de familia han señalado trato injusto hacia sus vástagos. Parece que las dos cosas son ciertas. De este modo, pueden surgir rencillas, roces. Pero éstas no son exclusivas del ajedrez. También en la Federación Peruana de Natación las tienen. Sólo que en la FPA existe un caso curioso y cuestionable: algunos padres de los niños talento son los mismos entrenadores. Así, constituyen parte interesada. Un papá me decía con toda razón “yo no puedo esperar que ellos le enseñen a mi hijo más que al suyo”.

TRAZAR UN PLAN

Otro escollo es el trabajo sin un plan personalizado. Para contestar a la pregunta “¿qué debo enseñar a este niño?”, el maestro de ajedrez debe resolver varias cuestiones previas:

1. ¿Cuál es el objetivo?: ¿Educativo? ¿Recreacional? ¿Competitivo?

2. ¿Qué desean los padres? ¿Qué desea el niño?

3. ¿Cuál es la naturaleza psicopedagógica del niño?

Si el objetivo es educativo, el programa deberá ser centralmente formativo. Interesará enseñar una cierta técnica básica (por ejemplo, los mates fundamentales, partidas de puros peones); una cultura ajedrecística general (historia del ajedrez, los grandes campeones, premios de belleza, etc); la lógica (verbigracia, problemas de geometría escaquística, “gana pierde”, mate ayudado, llenar el tablero con el salto del caballo). Si el objetivo es recreacional, una cierta técnica básica es igualmente inexcusable. Se agregarán partidas blitz, dos contra dos, minitorneos.

Pero si el objetivo es competitivo, entonces estamos en el corazón de este artículo. El desarrollo de las cualidades para la maestría resulta cualitativamente distinto. Aparte de la técnica, deberá adquirir completa erudición, aprenderá a calcular variantes, se convertirá en un investigador e innovador, etcétera, etcétera. Todo esto, naturalmente, en años de estudio, trabajo y práctica.

¿Entrenarlo para un torneo o para maestro?

Si el Maestro es requerido a preparar al niño para un determinado certamen, el objetivo cambia. La enseñanza será concreta por un tiempo concreto. Estará basada en la lista de los rivales, preparación de las aperturas a emplear, en despertar de los mecanismos de lucha táctica y de distribución del tiempo, y del repaso de los finales básicos. Nada más. La preparación de las aperturas, contra determinados rivales o no, obliga a desarrollar la memoria sobre todo. El niño deberá almacenar variantes en su cabeza. Quizás aprenda conceptos más que líneas, pero la necesidad de memorizar será inevitable. También deberá activar sus mecanismos tácticos mediante ejercicios y partidas de entrenamiento. Por último, recordará los mates y temas básicos de los finales. Punto, no hay tiempo para más.

Mas si la petición es para la maestría, entonces hay que formular un plan de largo plazo. El caso es que habitualmente, los padres solicitan al maestro para un torneo específico pero con la idea subyacente del largo plazo. Entonces la coyuntura deberá articularse con el largo plazo. Por ejemplo, respecto a aperturas deberá enseñársele las abiertas, gambitos, ataques, que le servirán para el torneo específico y a la vez para su formación ulterior.

“QUIERO SER CAMPEON MUNDIAL”

El entrenador es pieza clave en la formación del futuro campeón. Pero una actitud negativa puede ser el tercer escollo. Podemos estar ante un entrenador inadecuadamente pesimista u optimista. Algunos chicos me han dicho “quiero ser campeón mundial”. Yo acojo bien este deseo infantil. Indica ambición. Entonces el educando puede realizar importantes esfuerzos por conquistar la meta y, de este modo, recoger grandes frutos en el camino.

No obstante, algunos piensan que debe desalentarse este deseo. Señalan que no es realista, que somos un país pobre, que no hay recursos, torneos, etc. Por lo tanto, conviene frustrarlo y decirle más pronto que tarde “tú no vas a ser campeón mundial”.

No estoy de acuerdo con este punto de vista. Nadie es dueño del futuro para decirle a otro lo que puede alcanzar o no. Evidentemente, ser campeón mundial es una ocurrencia de excepción más que extraordinaria. ¿Qué tendría de raro, pues, que cientos de miles de ajedrecistas no lleguen a ser el número uno? En otras palabras, ¿qué tiene de extraño que casi todos no lleguen a campeones mundiales? La respuesta es tan obvia que resulta ocioso decirle a todos “tú no serás campeón mundial”.

Que uno no llega a ser campeón mundial es una verdad progresiva que se va abriendo paso poco a poco de modo natural en el desarrollo cada persona. Nuestros fracasos nos van indicando de por sí nuestras limitaciones. Esta verdad de a puño no sólo está en el campo del ajedrez. Es la propia realidad la que nos va señalando que no seremos campeones mundiales. No es preciso que nos lo diga el entrenador.

Al contrario, es necesario aspirar. Todos los grandes pensadores así lo señalan. Decía Vladimir Ilich Ulianov “todo empieza con un sueño”. También el Dr. Christian Barnard enfatizó “si piensas que estás vencido, lo estás”. Séneca subrayaba en la antigüedad “Cada uno es tan miserable como cree serlo”.

La Profecía Autorrealizada

La Psicología ha demostrado que tendemos a realizar - para bien o para mal - lo que creeemos de nosotros mismos. Si pensamos que somos capaces de cristalizar una tarea, la probabilidad de conquistarla se eleva significativamente. Por el contrario, si creemos que no podemos alcanzar una meta, seguro no la alcanzaremos. La realización de la profecía hecha sobre los niños también es una función directa de los padres y profesores. Si los mayores creen que un niño es inteligente, crecerá inteligente. En cambio, si le paran diciendo que es un tonto, será un adulto que actuará como tonto.

Del mismo modo, si un entrenador de ajedrez no cree que su pupilo pueda llegar algún día a ser un Gran Maestro, debería revisar sus propias motivaciones personales. Tal vez carezca de confianza en su capacidad de conductor, poca ambición propia, conciencia de su ignorancia ajedrecista y pedagógica. O, inconscientemente, envidia, un deseo de no ser superado, etc.

Tampoco alentar lo imposible

Me cuenta mi hermano Javier que en una ocasión se reunió un psicólogo deportivo del IPD con los campeones juveniles de la FPA. En la dinámica de grupo, éstos expresaron sus sueños. Cada uno tenía su propio vuelo. Uno anhelaba ser campeón nacional; otro, sudamericano; otro, continental; y así. Pero ninguno dijo “campeón mundial”. Entonces el psicólogo casi los regañó por no aspirar a más. Les instó a soñar con ser campeones del mundo.

Socarrón, me dice mi hermano “era un optimismo que bajaba la moral”. En efecto, un entrenador no tiene por qué imponer y forzar en su pupilo aspiraciones que éste no tiene. Un psicólogo tampoco. Bien se ve que este profesional se había metido en terreno fangoso que no conocía. Un psicólogo debe conocer el deporte en cuestión . No basta ser psicólogo deportivo para opinar sobre cualquier deporte. El ajedrez tiene particularidades que es preciso conocer. Esa reunión sin duda constituyó una conducción inapropiada. En resumidas cuentas, un entrenador no debe alentar ni desalentar los sueños de su pupilo. Simplemente debe servirlo de todo corazón, creer en él y – muy importante - en sí mismo.

A cada quien según su necesidad

Resueltas estas cuestiones previas, recién se establecerán objetivos específicos, metas y una determinada metodología. Se elaborará un plan de trabajo teórico y práctico con cronograma, igual que un silabo académico universitario. Allí se considerará la evaluación periódica de los avances del educando. Se incluirá una bibliografia.

En una ocasión fui requerido por una familia pudiente y culta para aplicar el ajedrez como herramienta terapéutica en su hijo de 7 años, quien sufría de hipercinesia. Ésta es una condición cerebral por la cual el niño manifiesta una actividad incesante, como si tuviera “un motor prendido”, hay déficit de la atención y no se concentra en las tareas. Este niño, como suele ocurrir con los hiperactivos, era inteligente. Aunque disperso en su atención, comprendía con rapidez y aprendía bien. Naturalmente, mi intervención con el ajedrez cumplía una finalidad clínica, no competitiva. En efecto, el pequeño se benefició con los ejercicios de concentración. Resultó ser uno de los mejores alumnos de su colegio.

“MI ALUMNO PIERDE PIEZAS”

Esta es una de las más importantes ocurrencias en los inicios de un niño. Cabe reflexionar seriamente acerca de los métodos pedagógicos para superar esta etapa de modo resuelto. Conversando con Javier, quien tiene una amplia experiencia con niños, y reflexionando en mi propia experiencia he establecido que se superará el problema mediante:

a) Estudio y ejercicios elementales de táctica 1.

b) Partidas amistosas con alguien de su nivel.

c) Partidas contra la computadora en nivel “easy”, “medio” y “light”.

d) Torneos experimentales.

e) Estudio y experimentación de aperturas muy abiertas, tipo Gambitos.

f) Partidas a ciegas con su entrenador.

El abordaje de la táctica 1, como todo abordaje pedagógico, debe ser gradual, progresivo, El niño debe ir resolviendo problemas de menos a más. Nunca saltarse una etapa. Por ejemplo, el aprendizaje del mate en una jugada precederá todo aprendizaje. Luego el niño adquirirá la técnica de dar mate con material suficiente, como dama, después torre, etc.

ERRORES PEDAGÓGICOS FRECUENTES

Cuando el entrenador no tiene pedagogía, lanzará a su alumno por caminos erróneos y retardará o arruinará su potencial. Voy a señalar algunos de los principales errores pedagógicos:

1. Enseñanza desmesurada de aperturas. Deja de lado lo primordial del ajedrez - que es aprender a pensar, calcular, valorar posiciones – para memorizar. La esencia es el medio juego, no la apertura.

2. Enseñarle a atrincherarse en el fianchetto de rey con blancas para no perder piezas ni el rey pronto. (1.Cf3 d5 2.g3 Cf6 3.Ag2 e6 4.O-O Ae7 5.d3...). Es mala inversión del inicio. Como dice la Biblia “quien quiera salvar su alma, la perderá”. En el principio hay que arriesgarse en el juego abierto (1.e4...). Hay que aprender la lucha “cuerpo a cuerpo”. Ya habrá tiempo en la madurez para el juego cauto de posición. Pero en la niñez debe entrarse en la táctica abierta. Es fundamental. Cuanto antes, mejor. Algunos entrenadores de ADECORE – por su necesidad de ostentar buena puntuación de sus alumnos para que el colegio los recontrate - han malogrado bellos proyectos por inculcar en sus alumnos la prudencia excesiva, que en realidad debe leerse como falta de valor.

3. Enseñar Estrategia antes que Táctica.

4. Hacerles jugar partidas “para pasar el tiempo”. Me explico. Hay entrenadores que a veces no saben qué hacer con el tiempo. Es una estafa académica hacer jugar a los niños entre sí para descansar uno. Dentro de la hora académica todo debe estar planificado y obedecer a un objetivo. Distintas son las partidas de recreación fuera de la hora docente.

ALGUNOS EXCESOS DE LOS PADRES

También algunos padres, en su afán de ganar tiempo o de dar lo mejor a su hijo, cometen errores de exceso más bien que de defecto. Veamos algunos:

1. Exceso de clases. Contratan al entrenador para que dé clases el máximo de días por semana. Creen que a más clases, mejor. Entienden la enseñanza como una “transfusión” de conocimientos. Pero realmente nadie puede “pasar” sus conocimientos a otro. El rol del docente más bien es despertar las potencialidades del dicente, su inteligencia, ayudarlo a crear hábitos de estudio, a desarrollar su capacidad de análisis. El profesor apoya a su alumno en lograr un pensamiento independiente, a amar la belleza y la verdad, a convertirse en un artista, un científico, un luchador tenaz en el ajedrez de competencia. En ese sentido, un ritmo de 1 ó 2 clases por semana es suficiente. El alumno debe aprender a trabajar por sí solo. Por ello, las tareas para la casa son esenciales.

2. Exceso de horas. Sabemos de un caso en que el padre obligaba al niño a estudiar desde la mañana hasta tarde. Lo sobresaturó. Es cierto que los Grandes Maestros trabajan muchas horas diarias. Por ejemplo, Lajos Portish entrenaba 4 horas diarias. Anatoli Karpov, 6 horas. Enrique Costa Mecking, 8. Pero en el caso de un niño su incorporación al estudio, práctica y entrenamiento tiene que ser gradual. Un promedio de dos (2) horas diarias - repartidas en resolver problemas, estudiar teoría, practicar contra la computadora y recrearse - para empezar pueden ser suficientes.

3. Exceso de entrenadores. También hemos visto el efecto perjudicial de un niño con varios entrenadores al mismo tiempo o cambiados demasiado pronto. Uno puede pensar que cuanto más cabezas enseñen, mejor. En el alto nivel magistral, en efecto, es así. Verbigracia, Anatoli Karpov acudía al Campeonato Mundial con especialistas en aperturas, medio juego, finales, suspendidas, análisis. Pero en un niño que recién empieza es mejor un solo entrenador, un pensamiento unitario. Con varias cabezas hay el riesgo de las contradicciones, malas jerarquizaciones, exceso o duplicación de tareas, etc.

“EL NIÑO ES IMPULSIVO”

Es una tendencia entre los niños jugar al golpe de vista. El pequeño tiende a contestar en forma mecánica. Igual que uno en el blitz, responde de manera automática. Ejemplo, si me hacen DxD, yo inmediatamente retomo PxD. En la mayoría de casos, este reflejo es útil. Recupero mi material y no pierdo tiempo ni energía. También este impulso es particularmente beneficioso en los torneos magistrales durante el zeinot, en el llamado “apuro de tiempo”.

El problema en el niño que generaliza este impulso es que establece el hábito de jugar por reflejo. Ello está en contradicción con la naturaleza del ajedrez, que paradigmáticamente es un juego de reflexión. Todo hábito bueno o malo establecido en la infancia resulta difícil desarraigar. Por ello, un niño de competencia debe formar hábitos positivos de contemplación y estudio; no de automatismo e irreflexión.

La fuerza de la aprobación.- El control de impulsos es una ganancia progresiva que demanda paciencia y práctica. Un método para controlar la impulsividad y, complementariamente, llevar a la reflexión consiste en plantear problemas de táctica 1 pero que le obliguen a escrudiñarlos más allá de la superficie. Por cada acierto, darle muestras de aprobación. Por cada desacierto, no darle desaprobación, simplemente no darle nada. Es un error pegagógico estar amargándose o criticando al niño. Este método psicológico se llama Reforzamiento Positivo. La aprobación social es muy importante. Por ello, el entrenador debe ser cálido, entusiasta, contagiante de la alegría que da resolver un problema.

Una variante del método es desarrollar partidas de un libro y periódicamente pedirle que conteste a la pregunta “¿qué amenaza el blanco (o el negro)?”. Igualmente, por cada acierto, darle muestras de aprobación. Pero nada de poses o artificios. Sencillamente, hay que partir del gusto genuino que uno experimenta cuando el alumno encuentra la jugada correcta. Entonces lo único que hay que hacer es expresarse sinceramente. De modo que una actitud sana, positiva y transparente hacia el niño es la base del método.

LA AUTOCRÍTICA

Todos saben que el progreso en el ajedrez de competencia también se apoya en la capacidad de autocriticarse. Un ajedrecista que no la posea, tendrá una seria miopía que le impedirá ver el camino del ascenso. Criticar los propios errores es una lucha contra el narcisismo. Por eso es difícil adquirir esa cualidad. Humanamente, preferimos mostrar nuestras jugadas brillantes y triunfos. Pero quien sólo exhiba sus aciertos, habrá caído en la vanidad de vanidades.

El aprendiz debe ir formando embrionariamente su autocrítica. Y debe ser una actitud espontánea. No puede ser impuesta por su profesor. Menos aún se utilizará la crítica en forma desmedida, el riesgo es menoscabar su autoestima en formación ¿Cómo generar, pues, una autocrítica sana en el niño? Hay varios métodos:

1. Aceptar las eventuales autocríticas que inevitablemente el propio niño hace de algunas de sus jugadas en sus propias partidas. Habitualmente se trata de errores garrafales, como haberse dejado dar un mate evitable o haber perdido material decisivo. Aquí hay que detenerse y pedirle al pequeño que explique el porqué de su decisión en aquel momento. ¿Distracción? ¿Exceso de confianza? ¿Subestimación de su rival? Hay que dialogar. No mucho, pero hay que conducirle a tomar conciencia de sus defectos. Acto seguido, acordar con él el método de desterrar esa limitación. Por ejemplo, un método para no perder piezas es jugar partidas a ciegas.

2. El profesor debe modelar para su alumno. No sólo le mostrará de cuando en cuando partidas que ha ganado. También le mostrará partidas que ha perdido. Entonces el niño percibirá y aprenderá la dureza objetiva de la autocrítica.

3. Leer juntos artículos de GMI con juicios autocríticos. Por ejemplo, de Mijail Botvinnik y de Anatoli Karpov.

¿APRENDER A CALCULAR?

He discutido ampliamente este punto con el MF Javier García Toledo. El cálculo de variantes es una poderosa cualidad que poseen los Grandes Maestros. Adquirirla cuesta. Hay que trabajar muy duro, como bien señala Alexander Kotov. El problema es si uno debe hacer trabajar duro a un niño. Con Javier hemos llegado a la siguiente conclusión. Dentro de un método de progreso helicoidal (a lo Hegel), el niño debe ir aprendiendo también a calcular. Por cierto, empezar con ejercicios básicos. El alumno deberá mostrar al maestro las rutas de su cálculo. A un niño les cuesta, pero hay que presionarlo (amablemente, claro está) a que penetre el árbol analítico. Al final resulta remunerativo. Personalmente, lo observo así con el niño de 8 años que estoy guiando y es muy satisfactorio para ambos.

CÓMO MEDIR EL PROGRESO

Por último, quiero abordar el tema de la evaluación. Es decir, cómo yo sé que mi educando está progresando. La pregunta es pertinente y tiene derecho a formularla el padre de familia que invierte dinero, tiempo y esfuerzos.

Puede ocurrir que un alumno inmediatamente después de comenzar a recibir instrucción empiece a quedar no muy bien en los torneos, a pesar de estar haciendo reales progresos. En el otro extremo, un alumno flojo pero inteligente puede cosechar triunfos aunque avance muy poco en el desarrollo de las habilidades magistrales. En los dos casos tenemos un caso de “espejismo”, que puede llevar a engaño a todos, al padre, profesor y al mismo alumno.

Algunos padres quieren resultados inmediatos. Hay quienes antes del mes o al cabo de 8 lecciones ya quieren que su hijo campeone. Esta es una postura errónea. No hace más que presionar al entrenador y al niño, lo cual a nada bueno conduce. La formación de un niño requiere tiempo y paciencia.

Por supuesto, “paciencia” no significa libertad para no evaluar nunca. Hay que medir el progreso periódicamente. ¿Cada cuánto tiempo debe uno evaluar a su alumno? Depende de la edad del niño, del objetivo y las metas planteadas. Para responder de un modo aproximado, diremos cada seis (6) meses.

Hay dos maneras de evaluar al alumno. Una, subjetiva. Otra, objetiva. La manera subjetiva es apreciar que el niño gana más partidas o torneos, la calidad de su juego es más consistente, comete menos errores, aparecen jugadas brillantes.

Pero ocurre que los otros niños de su categoría también pueden estar progresando y entonces caemos en un relativismo insuperable. Por ello, hay que usa métodos objetivos.

La manera objetiva de evaluar el progreso del infante pasa por varias modos:

a) Hacer mediciones numéricas de las metas. Por ejemplo, si nuestro alumno en 10 partidas de torneo perdía 9 piezas y ahora pierde 3, significa que ha progresado en esa meta un 66 %.

b) Número de aciertos en los ejercicios de táctica. Si antes daba 80 mates sobre 100 ejercicios de “mate en una”, y ahora da 95 de 100; su progreso ha sido del 15 % en ese rubro.

c) Superación de los niveles robóticos en partidas serias de simulación. Si el niño ya le gana al nivel “easy” (fácil) de Chessmaster y antes no, debe pasar al nivel “light” (ligero).

MI ESPERANZA

Espero que estas reflexiones puedan ayudar a los entrenadores de ajedrez y a los padres de familia para construir un material escrito de la experiencia pedagógica del alto nivel infantil en nuestro medio. Abrigo la esperanza de ver a nuestros niños hoy convertirse en Grandes Maestros mañana, mediante una conducción verdareamente científica de sus talentos.

MN Pedro García Toledo,

Lima, marzo del 2004.

N. B.- El autor (1949) es Maestro Nacional desde 1969 y campeón peruano 1980. Ha enseñado ajedrez en diversos colegios y universidades de Lima. Publicó ajedrez por años en los principales periódicos nacionales. Ha jugado con casi todos los campeones peruanos de todos los tiempos y ha representado a la nación en varias oportunidades. Asesoró a varios de los mejores ajedrecistas peruanos. De profesión médico-psiquiatra y profesor universitario de medicina humana, actualmente publica en Internet sobre ajedrez ligado a psicología y pedagogía.

Javier García Toledo (1954) es Maestro FIDE y campeón nacional 1986. Enseña ajedrez en el colegio Juan XXIII y en la Facultad de Medicina de la Universidad de SanMartín de Porres. Es el ajedrecista peruano que más campeonatos nacionales ha jugado y ha representado al Perú en varias Olimpiadas. Ha asesorado a varios de los mejores tableros peruanos y tiene amplia experiencia con pequeños campeones.
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chesstroll
Publicado: 2014-04-22 05:54:06
Carrevi es cuestión de realismo tu mira como nuestros grandes maestros piden "ayuda",me acuerdo que una vez Julio Granda recibio un buen dinero que juntaron en Arequipa, lo malgastó. Emilio Cordova se metió con una bailarina que le doblaba la edad en Brasil.
Un ajedrecista profesional debe autosostenerse sin estar pidiendo ayuda a la federación, como que es bastante difícil.
Me acuerdo cuando jugué mi primera partida de torneo en el Club de Ajedrez San Isidro a los 14 años, contra un jugador que venia de jugar en la final del campeonato nacional, cuando gané esa partida con sacrificio de piezas, el ex campeon nacional Carlos Espinoza me dijo "tu va a ser campeón nacional "
Al año siguiente me encontre con la "realidad", en esa epoca no habia sub 18, sub 16 ,sub 12, sub 8 , ni entrenadores como ahora , solo habia campeonato juvenil hasta los 20 años, solo el campeon viajaba al extranjero. Me acuerdo que el torneo fue un suizo a 7 fechas, faltando una fecha , 3 jugadores estabamos empatados en primer lugar, yo habia jugado con mis dos adversarios con los cuales estaba empatado y ellos tenian que jugar entre si. Entonces me tocaba jugar con alguien que estaba por debajo de nosotros , inclusive ya habia jugado con el futuro MI Mario Belli, ¿entonces que pasó?. Suspendieron el torneo faltando una fecha y enviaron al campeonato juvenil continental a uno de los jugadores con el que estaba empatado, inclusive parece que ya le habian comprado el pasaje con anterioridad. El Maestro Nacional Pedro Garcia Toledo denuncio en el periodico "La Prensa" que el torneo fue una farsa. Los de la federacion pensaron que su "elegido" se iba a pasear en el torneo. Yo sencillamente al año siguiente entre en la universidad. ¿Tu crees que ante tanta podredumbre uno puede pensar dedicarse exclusivamente al ajedrez?
joan
Publicado: 2014-04-22 17:47:48
Curiosamente a mi me pasó algo similar a chesstroll.
Me inscribí en un Torneo abierto un verano. He de reconcocer que no solo fue la ardua lucha que presenté, sinó que también la suerte influyó especialmente con contrincantes de alto nivel. Con uno de ellos obtuve un final con peón de ventaja, pero no había modo de evitar las tablas, si no permitía a mi contrincante recuperar su peón entonces me daba jaque continuo. Así que arriesgué. Moví mi Rey al centro del tablero como única via de evitar el jaque continuo y poco después me levanté intentando dismular mi expresión de espanto ,,, ¡me daba mate en una secuencia mendiana de jugadas!
Cuando me reincorporé en el asiento, mi sorpresa fue mayor al comprobar que eludió una jugada clave en la secuencia que le otorgaba el mate ,,, ¡y el mate se lo di yo a él!
Esta victoria fue un punto clave que me permitía luchar por el premio al mejor sub-1900. Recuerdo que competía por dicho premio con un jugador joven, todavía bastante niño de apellido Benjamin, hoy día Maestro Catalán. Jugué bien en la última ronda y gané, en tanto que Benjamin hizo tablas y el premio lo gané yo. La importancia del premio fue meramente simbólica, apenas me premiaron en metálico con lo que me gasté en la inscripción y en los traslados, pero es lo de menos.
Lo que vengo a contar ocurrió pocos meses después. Me inscribí en otro Torneo Abierto en una localidad distinta, a 30 Km de distancia de la anterior. Mi sorpresa fue comprobar que Benjamín había aumentado su Elo en 250 puntos o mas, en tanto que yo que lo había superado en el anterior torneo apenas había subido 30 o 40.
Cuando le pregunté sobre ello me hizo una mirada bastante sospechosa, pero no me contestó. Hoy en día todavía sospecho de que hubo algún tipo de acuerdo extra-deportivo con la FCE o algo así. No creo que en medio año, ni en un año entero, alguien pueda subir tanto Elo ganándoselo a pulso.

Saludos!




joan
Publicado: 2014-04-23 18:14:04
El texto de Carlos está muy bien, es tan interesante y entretenido como siempre nos tiene acostumbrados.
Especialmente me llamó la atención lo de la Plaza Francia, desde mi experiencia en otros ámbitos, no hay mejor escuela que la calle, si bien no ha de ser la única.
Todavía no lo he terminado del todo, y algunas cosas me gustaría releerlas, pero me atrevería a corregir un detalle.
El ser Cámpeón Mundial o el ser Maestro son dos cosas distintas, y no necesariamente la segunda es un escalón inferior obligado para obtener la primera.
Por lo demás está muy bien, pero necesitaré varias sesiones para terminarlo de leer.

Saludos!!
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